miércoles, 3 de noviembre de 2010

Liriano disfruta tranquilo buena labor que tuvo en GL

LISTIN DIARIO
Luego de demostrar parte de lo que es capaz de hacer cuando está saludable, Francisco Liriano disfruta compartir el invierno con la familia, jugar dominó con sus vecinos y de otras cosas sencillas que tiene la vida.
“Este es mi hobbie”, indica con una sonrisa Liriano mientras jugaba una mano de dominó con varios amigos.

Se confiesa fanático de Pedro Martínez, a quien no conoce personalmente; del venezolano Johan Santana, del salsero boricua Marc Anthony y del moro de guandules con carne de res.
Por primera vez desde mediados del 2006, el zurdo de los Mellizos de Minnesota lanzó sin molestias en el brazo y los resultados no se hicieron esperar: tuvo marca de 14-10, un decente promedio de carreras limpias permitidas de 3.62 y 201 ponches.
Nada mal para un joven lanzador al que una lesión en el codo originada, posiblemente, por el uso indiscriminado del slider y posteriores caídas post-operatorias estuvieron a punto de mandarlo a un prematuro retiro.
“Tuve un buen año y mucha salud. Estoy contento por los números que tuve”, expresa Kelvin, como le llaman todos aquí. “Hay que darle gracias a Dios por eso y al apoyo que recibí de la familia.
Las lesiones se toman su tiempo, pero nunca dejé de trabajar, nunca perdí la esperanza.
Creo mucho en Dios”, significa.
Mal final 
La derrota sufrida por él y Minnesota ante los Yankees en el primer encuentro de la Serie Divisional que libraron fue, en resumidas cuentas, una especie de mal final para una buena película.
Después de lanzar cinco entradas de manera impecable, el cansancio y la inestable zona del árbitro se unieron al bateo oportuno de los Yankees, quienes en un abrir y cerrar de ojos le marcaron cuatro carreras, viraron el marcador (4-3)en el sexto y trazaron el rumbo de la serie.
“Me sentí muy mal”, relata durante la entrevista realizada en su residencia de la calle Mauricio Báez de esta comunidad, “Todo iba tan bien, yo estaba tratando pero las cosas no salieron como quise”, subraya el pitcher zurdo de 27 años. “Hay que conformarse con las cosas que Dios le da a uno”.
“Sufrimos mucho ese juego”, agrega su esposa Johana, quien al decir de Liriano, sufre más que él los contratiempos que le pasan en el box.

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