viernes, 28 de mayo de 2010

- Desde el momento en que recibí la noticia he buscado todas las excusas posibles para sentarme a escribir mis pensamientos al respecto. Es como si el corazón tratara de burlar a la razón con el burdo argumento de ignorar el hecho.
El pasado domingo fui despertado en mi hotel en Queens, Nueva York, con una llamada de Luichy Sánchez, gerente general de las Águilas Cibaeñas, para ponerme al día de que había recibido lo que él prefería considerar "un rumor" y no "una noticia" sobre la supuesta muerte del lanzador José Lima en Los Angeles.
La fuente que informó a Sánchez y las Águilas Cibaeñas era buena, pero ellos, al igual que todo el mundo, estaban en modo de "negación" hasta tanto la mala nueva no fuera un hecho requeteconfirmadamente real.