miércoles, 5 de enero de 2011

“Todavía no digo adiós”

LISTIN DIARIO
Aunque fuera de los Tigres del Licey tiene un mundo de oportunidades, Fernando José Ravelo no está preparado para la ceremonia del adiós.
Si bien como gerente general ha ganado cuatro coronas en once campeonatos, es indudable que los fracasos del equipo en los últimos dos, han colocado su rostro en el proscenio y las críticas llegan como dardos venenosos desde distintos litorales, incluso desde adentro.

“Hay que estar preparado para todo, así como vienen los laureles, vienen las críticas”, expresa Fernando, de 45 años, y a quien todavía se le dificulta conciliar el sueño.
En medio de una de las tres grandes malas rachas que tuvieron los Tigres, hubo un momento en que la marea estaba tan alta que él pensó renunciar, y las ofertas de trabajo, sobre todo de agencias representantes de peloteros, superaron sus expectativas.
En este proceso de reflexión, ocasionado porque el Licey quedó en el sótano por primera vez en los últimos seis años con traumático registro de 17-33, y fuera de la clasificación por segundo campeonato seguido, Ravelo entiende que no es el momento más elegante para abandonar el barco.
Asamblea del Licey 
“Nunca me he rendido en nada”, enfatiza. “Sí había dicho que después de la temporada iba a evaluar lo que había pasado y, dependendiendo de las condiciones que se den aquí decidiría si seguir o no en el cargo”.
Él está claro que el “seguir o no” estará supeditado a lo que pueda ocurrir en la asamblea eleccionaria del club, la cual está programada para realizarse en mayo de este año.
De alguna manera, eso le limita para tomar decisiones trascendentes, como por ejemplo seleccionar el dirigente del club antes de esa fecha.
Ese ha sido el principal dolor de cabeza que ha tenido en las anteriores dos campañas. De hecho, en ese tiempo ocho han tomado las riendas del Licey, incluyendo a los expulsados José Offerman y Dave Jauss, un número que no le deja bien parado.
En lo que sí se puede ir trabajando es en la evaluación de los jugadores, coachs, managers, clubes house y demás. Adelanta que habrá cambios porque las cosas no pueden permanecer igual luego de una temporada tan mala.
Asimismo, Ravelo señala que no puede dedicar el tiempo para presenciar los juegos del Round Robin.
“Estoy convencido de que tenemos el talento para estar ahí. Ninguno de esos equipos es mejor que el Licey y eso es lo que duele”, expresa.
Aclara que desde la directiva se hizo todo lo humanamente posible para que el equipo clasificara nuevamente.
Ello incluyó mítines por docenas y promesas de incentivos para tratar de motivar a los jugadores.
 FALLAS DEL EQUIPO  
No obstante, los constantes errores en el campo, la falta de bateo, en ocasiones, las lesiones y un sinnúmero de problemas que se suscitaron pudieron más.
“Un equipo que hizo la cantidad de errores que nosotros hicimos no podía competir”, considera sobre un renglón que el Licey lideró por mucho.
Otras detonantes citadas fueron las actuaciones por debajo que tuvieron Jorge Sosa y Ramón Ortiz, dos caballos de batalla del club, así como de los prometedores Esmil Rogers y Adalberto Méndez, entre otros.
También, el repentino abandono que hizo Yamaico Navarro, quien venía cargando con el equipo y transitando por el carril de adentro en la lucha por el premio de Novato del Año.
Igualmente, señala el famoso jonrón que le anularon a Brad Snyder en un partido contra las Águilas en el parque Cibao, alegadamente porque el coach de primera, Silvestre Campusano, pidió un tiempo.
“Eso fue horrible. No fue una derrota cualquiera porque influyó negativamente en el ánimo de los peloteros”, declara Fernando en la tranquilidad de su oficina.
Lo demás es historia conocida.
 Ahora, está empeñado en mejorar al conjunto y su imagen, la que, agrega, algunos quisieron manchar en el tortuoso proceso que fue este torneo.
Acaba de pasar por su segunda peor estación como gerente general de los felinos.
La primera fue en el 2000- 2001, cuando en su debut, los Tigres quedaron en la quinta posición.
En la temporada siguiente, Licey volvió a levantar el trofeo de campeón, en apenas su segunda como gerente.
Ha comprobado más de una vez que los fracasos suelen ser más aleccionadores que los triunfos, que muchas veces terminan tapando un sinnúmero de fallas.
La experiencia le dice que después de un mal año, el Licey se relanza y tiene uno muy bueno.
Eso también le anima a seguir.
“Mi corazón desea quedarse aquí. No quisiera ver el adiós”.

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