lunes, 2 de abril de 2012

KENTUCKY O KANSAS......



ESPN..NEW ORLEANS -- Aquí estamos.

Después de una temporada inconexa sacudida por el escándalo y las suspensiones, y de un torneo de la NCAA con pocas emociones y escasas definiciones de último segundo, terminamos la campaña con Kentucky y Kansas en el escenario.

Kentucky, con 2,089 victorias y el puesto No. 1 de todos los tiempos.

Y Kansas, con 2,070 y el segundo puesto de todos los tiempos.

Es como si James Naismith y Adolph Rupp se juntaran en la cancha de St. Peter y dijeran, "Suficiente. Démosle a la gente lo que quiere ver".
Éste es un campeonato nacional hecho a medida tanto para los fanáticos empedernidos del básquetbol como para los recién llegados al deporte, un casamiento perfecto entre la tradición de la vieja escuela y el marketing moderno.

Quienes hayan sido criados en la cultura del básquetbol universitario apreciarán este partido por su historia, por un pasado nostálgico que de alguna manera se ha visto entorpecido por los límites de edad de la NBA que le impiden al deporte crear dinastías.

Y los nuevos, aquellos incapaces de distinguir a Danny Manning de Peyton, apreciarán el hecho de ver lo mejor de lo mejor, aunque tengan poca vida en el básquetbol universitario.

Pero todo el mundo sabe que hay ciertos lugares en los que el básquetbol universitario importa más que en cualquier otro.

Dos de estos lugares son Lawrence y Lexington.

"Kentucky y Kansas, Rupp y Allen, Naismith y Rupp", dijo el entrenador de Kentucky, John Calipari. "Debería ser un partido interesante".

Y es un partido que le hace bien al deporte.

Los deportes se enaltecen cuando los mejores son buenos.

¿A alguien le importa si los Marlins ganan la Serie Mundial?

No mucho. Somos una sociedad que consume la excelencia e idolatra la grandeza.

Nos gustan las promesas, pero adoramos a los pura sangres, y estas dos escuelas de uniforme azul no podrían tener sangre más noble.

"He soñado con [un duelo contra Kentucky] desde que vi los grupos", dijo el entrenador de Kansas, Bill Self. "Dije, 'Sería grandioso jugar contra Kentucky en las finales'.

"Creo que es genial tener [un enfrentamiento entre] los dos programas más ganadores de todos los tiempos. Las más azules de las sangres azules tendrán la oportunidad de jugar".

Kansas y Kentucky son hojas vivientes de historia en tonos de sepia, lugares en los que puedes soplar el olor rancio de los libros de referencia y prácticamente sentir el pasado filtrarse por las hojas.

Hablamos de Wilt Chamberlain y Dan Issel, Los Inolvidables y Danny Manning y los Milagros.

Desde victorias históricas y apariciones récord en el Final Four (Kentucky 15, Kansas 14) hasta títulos mundiales (siete para los Wildcats, tres para los Jayhawks), estos dos programas son los dueños de la historia del juego.

Y sin embargo, ninguno vive en el pasado, aferrándose a sus laureles con la esperanza de que la gente los recuerde. Kansas ganó un título nacional en el 2008 y Kentucky jugó en el Final Four del 2011.

Y si bien su ardiente base de aficionados trata a sus jugadores como estrellas de rock y toma las derrotas como tragedias familiares, su alcance llega más allá de los graduados.

Esto es lo que el deporte necesita y desea, y, francamente, es lo que se merece.

Lamentablemente, una historia secundaria podría llegar a dominar los temas de conversación inmediatamente después -- si este juego de campeonato nacional sirve de referendo sobre cómo ganar en el escenario actual del básquetbol universitario.
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Hay reciclables que pasarán más tiempo en Lexington que la mayoría del roster actual de los Wildcats. A los pocos días del campeonato nacional, la mayoría anunciará su intención de pasar a la próxima etapa de sus vidas, y así se reanudará el vertiginoso movimiento de jugadores que ha golpeado a UK desde que Calipari tomó las riendas del programa.

Calipari no se disculpará por haber aprovechado las reglas del sistema, y tampoco debería hacerlo.

No es el único que trató de reclutar a Anthony Davis, Michael Kidd-Gilchrist y Marquis Teague. Le costó conseguirlos.

A todos.

Pero si Kentucky gana, mucha gente lamentará el fin del básquetbol universitario como lo conocemos.

Mientras tanto, Kansas es el ganador por defecto, un equipo que no cuenta a los jugadores de primer y segundo año en su quinteto inicial.

Los Jayhawks crecieron a la antigua, sumando minutos a medida que adquirían experiencia, y mejorando su desempeño mientras se acostumbraban el uno al otro.

Que esto sea por defecto más que por diseño es un detalle que se perderá por el camino. Lo cierto es que Bill Self en seguida perdió a dos jugadores de primer año por resultar académicamente inelegibles y ha tenido su cuota de jugadores de un solo año.

Pero si gana, su equipo será elogiado como una prueba de que construir equipos da mejores resultados que armar planteles.

Y si todo eso opaca este juego de campeonato, sería una pena. Para citar el cliché favorito de todo entrenador, el juego es lo que es.

Y para bien o para mal, no va a cambiar.

Así que en lugar de lamentarse por lo que podría pasar, disfrutemos de lo que tenemos aquí: Un juego de campeonato épico, una rapsodia azul.

Como dice la canción, el balón sube.

Y afortunadamente Naismith y Rupp protagonizarán el salto.

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