ESCOGIDO..Ken Oberkfell tiene material para escribir un libro. Bien pudiese
intitularlo “El Mago de los Leones”. O “Cómo hacer magia para el
Escogido”. Sin importar la designación, el dirigente de los escarlatas
se encuentra en un selecto grupo de hombres que han obtenido dos coronas
en la pelota rentada local.
Se unió a figuras como Al Widmar (Águilas 1964-65, 1974-75), Tom
Lasorda (1972-73, 73-74), Johnny Lipon (Águilas 1977-78, 78-79) y Phil
Regan (Leones 1987-88, 88-89) en esa compañía de mánagers importados con
un par de títulos en este exigente béisbol.
“Hay que ser bueno y tener algo de suerte”, reflexiona el
norteamericano en su entrevista con elCaribe un día después de salir por
la puerta grande en la batalla campal por el campeonato contra las
Águilas Cibaeñas. “Somos un buen equipo. No lo dudo. Pero todos sabemos
que en el béisbol se dan situaciones que nadie las puede explicar”,
comenta.
Oberkfell es un caso digno de asombro. En 2009-10, condujo al Escogido a
su primer cetro en 18 campañas. Venció a los Gigantes del Cibao,
entonces dirigidos por Félix Fermín, en nueve partidos.
“Era mi primera incursión en la pelota de este país. Sabía del
compromiso del equipo y los años sin ganar, pero nada como lo vivido en
esta temporada”, dice.
La final más reñida
Oberkfell fue testigo de primera fila del error de Wilson Valdez en el
octavo juego de la final de 2009-10 que dio al Escogido el empuje para
terminar como campeón. Esta ocasión tuvo que vencer nueva vez a Fermín,
pero con unas Águilas que batallaron hasta el último instante.
“Nada como esta serie. Es sin duda un momento único en mi carrera y del
que creo hablaré por siempre. Comenzamos bien, pero ellos (las
Águilas) pelearon siempre. Nunca nos dieron respiro. Nadie puede decir
que se sintió cómodo.
Creo que debo sentirme agradecido del grupo de jugadores que me tocó
dirigir porque dieron lo mejor de ellos en circunstancias que no siempre
fueron las mejores”, expresa. “Cada vez que pensábamos que (Las
Aguilas) estaban contra la pared, ahí venían y se pegaban. Siempre les
decía ( a sus jugadores) no se rindan, hay que pelear hasta el final”,
añade.
Desde que los cibaeños empataron la final a tres por bando, Oberkfell
tenía el pálpito de que le tocarían horas largas. “Y aunque nos fuimos
delante 4-3, sabía que no podíamos confiarnos en ellos.”, aclara el
exjugador de Grandes Ligas, quien nació en Highland, Illinois, y cuenta
hoy día con 55 años de edad.
Estuvo 16 años en las Mayores con varios conjuntos, incluido el de San Luis que fue campeón en 1982.
Ese noveno encuentro del pasado lunes fue una prueba de fuego constante
para su sistema nervioso. “(Raúl) Valdés nos mantuvo en control todo el
tiempo. Tiene mucho corazón. Por más que intentábamos, Valdés nos
limitaba para hacer algo grande”, dice.
¿Y qué pensó después del cuadrangular de Jesse Gutiérrez?
“Fue un momento de parar la respiración. Les dije a los muchachos que
esto no se había terminado y que pasara lo que pasara el último turno al
bate era de nosotros”, recuerda.
“Hay que ser positivo. Lo hicimos y ganamos el campeonato”, dice.
Por cosas del destino, Ken Oberkfell no inició como dirigente de los
Leones, pero dio mucho seguimiento al club. “Cuando vi que despidieron a
Tony DeFrancesco pensé que Moisés (Alou) me podía llamar. Así fue. Esa
llamada llegó y no pensé en nada negativo. Sé que es un equipo talentoso
con dueños que quieren ganar”, cuenta el capataz, quien aceptó las
riendas de un club en medio de una racha de siete derrotas.
“El primer día les dije que se divirtieran. Jueguen duro sin dejar de
entretenerse. Debo dar crédito a los veteranos como (Pablo) Ozuna,
(Julio) Lugo, (Fernando) Tatis que fueron líderes e inspiración para los
demás. También debo agradecer a Moisés y a los propietarios por
confiar en mí y darme esta gran oportunidad una vez más”, dice
Oberkfell.
Ahora le corresponde buscar la corona de la Serie del Caribe, que sería
su segunda luego de la ganada en 2009-10. Para muchos, tener suerte es
tan importante como ser bueno. Oberkfell puede proclamarlo a todo
pulmón.