lunes, 6 de enero de 2014

Dejen que los números hablen El Salón de la Fama del béisbol es un museo, no un juez o una corte

Getty ImagesBonds y McGwire no han podido entrar al Salón por su relación con sustancias prohibidas. Pero Cabrera recibió un contrato de $16 millones.

Mark Cunningham/MLB Photos/Getty ImagesSu positivo a esteroides no impidió que Jhonny Peralta recibiera un contrato por $53 millones con San Luis.


Tim Keown...Esta es la hora del debate en el béisbol, cuando los periodistas se sientan con su lista de candidatos para ingresar al Salón de la Fama y combinan sabiduría con moralidad. Las falencias -- o hasta la apariencia de falencias -- son resueltas con una desdeñosa omisión. Las aceptaciones son usadas y retenidas con un aire de soberbia olímpica.

El resultado de todo esto es un caos incoherente, y como resultado de ello hasta aquellos que logran ingresar al Salón de la Fama pierden algo en el camino. El foco de atención de cada historia sobre el Salón de la Fama se ha convertido en aquellos que son rechazados, y eso no está por cambiar. Hay un aire tóxico alrededor de cada aspecto del proceso de votación, y los esfuerzos por elevar al Salón a una versión del Vaticano del béisbol -- es un museo, nada más, nada menos -- ha creado una paradoja que ha servido para degradarlo en el camino.

Solo hace falta prestar atención para darse cuenta. El segundo párrafo de cualquier historia que anuncie la elección de Greg Maddux el 8 de enero va a ser sobre aquellos que fueron rechazados por cuestiones morales.

Así que les hago esta pregunta a los votantes: ¿A quién están pretendiendo proteger, exactamente?

Sí es el béisbol -- o sea, las Grandes Ligas -- me parece que están perdiendo el tiempo. Todos los nombres que son parte del debate y están asociados a las sustancias prohibidas, nombres como los de Barry Bonds, Roger Clemens y Mark McGwire, siguen inscriptos en la nómina como candidatos válidos a ser electos. Además, los gerentes generales y los dueños no comparten su vigor por la persecución eterna. Si no fuese así, ellos no seguirían contratando y recompensando a los tramposos del presente con jugosos contratos nuevos.Melky Cabrera, Bartolo Colón, Jhonny Peralta y muy pronto Nelson Cruz -- todos más ricos, o al menos lo serán pronto, a pesar de haber sido suspendidos por utilizar sustancias que mejoran el rendimiento artificialmente.

Si a los dueños y los gerentes generales no les importa, ¿por qué les debería importar a los periodistas?

Eso sí, aquí va la aclaración obligada: Yo respeto a aquellos que evocan a la cláusula moral del Salón -- la cual consiste de una sola palabra: integridad -- como la razón por la cual no pueden votar por los tramposos. Es perfectamente entendible que gente inteligente y coherente prefiera omitir a ciertos peloteros por traicionar al deporte e inflar su valor artificialmente por tomar o inyectarse drogas prohibidas y/o ilegales. Yo fuí miembro de la Asociación de Periodistas de Béisbol (BBWAA por sus siglas en inglés) por nueve años -- uno menos que el mínimo requerido para obtener el derecho de votar -- y solía poder recurrir al pedestal necesario para ignorar a Bonds, Clemens y cualquier otro que se atreva a manchar el buen nombre del deporte. Lo entiendo.

Sin embargo, cada vez más periodistas, incluyendo algunos de los más respetados del país como Bob Ryan del Boston Globe, parecen estar menos reticentes al respecto. Ryan escribió lo siguiente sobre la razón por la cual sigue comprometido con la causa de dejar a aquellos que utilizaron sustancias prohibidas fuera de la nómina: "Puede ser que me despierte un día de estos y diga 'Me rindo. Lanzadores que usaron esteroides jugaron contra bateadores que hicieron lo mismo. Jamás sabremos el efecto total del uso de sustancias prohibidas. Es imposible ser tanto juez como jurado en este asunto. Así que dejen que entren todos. Si tienen los números necesarios, voten por ellos'".

Ese es el punto clave: Es demasiado confuso como para ser ciencia exacta. Es imposible diferenciar entre aquellos que utilizaron y aquellos que no, o la razón por la cual alguien que utilizó hormonas de crecimiento en el 2004 es más tramposo que un pelotero que utilizó pastillas en 1968. Y lo más importante de todo, ¿desde cuándo el Salón de la Fama se convirtió en una corte?

Me parece a mí que la mejor manera de mandar un mensaje claro es votando por todos ellos para que ingresen al Salón de la Fama. La nómina más revolucionaria sería aquella que incluya a Bonds, Clemens y a todo aquel que el votante crea que reune las condiciones necesarias.





La gran mayoría de los periodistas que se sienten motivados a mandar un mensaje a aquellos tramposos que utilizaron sustancias prohibidas también creen que las Grandes Ligas fueron cómplice en crear y promover toda esa época. Nadie -- con o sin nómina en mano -- puede decir que nadie en el béisbol se benefició enormemente por ello. Sin embargo, las ligas profesionales parecen estar exentas de culpa. Los periodistas son cómplices de los intereses corporativos de las Grandes Ligas al negarle la entrada a aquellos que simplemente son sospechosos de haber utilizado sustancias prohibidas -- Jeff Bagwell yMike Piazza -- a pesar de la evidencia que se sigue acumulando frente a nuestros ojos de que los periodistas son los únicos a los que les importa. Tony La Russa y Joe Torre van a entrar al Salón de la Fama, y nadie cree que ellos no sabían lo que sus jugadores estaban haciendo. Cualquier insinuación de que ellos no sabían lo que estaba sucediendo directamente bajo sus narices disminuiría su valor como líderes.



Yo estoy de acuerdo con Jonah Keri, quien escribe para Grantland, cuando él dice que el Salón debería ser el lugar donde la gente -- y especialmente los niños puedan admirar a los grandes momentos e impresionantes logros que han tenido lugar en la historia del béisbol. Vale la pena mencionarlo nuevamente, el Salón de la Fama no es una iglesia, tal y como cualquiera que conoce las historias de Ty Cobb o Gaylord Perry lo sabe.

También concuerdo con Keri sobre que el límite existente de 10 peloteros por nómina, fusionado con la moralidad de los periodistas, crea un embotellamiento que destierra a jugadores con valor legítimo de la lista de nominados demasiado pronto.

La solución al problema mayor, el problema ineludible que sigue creciendo, es simple:

Esto es lo que tu me das, y yo voto acorde a ello:

Al votar con un criterio estrictamente basado en logros, la responsabilidad recae en las Grandes Ligas o el Salón o aquel que quiera tomar la responsabilidad de proteger la moral del juego.

Hasta este momento, la evidencia indica que los miembros de la BBWAA son los únicos a los que les importa.

Esto no es librarse de responsabilidades incomodas, es un reconocimiento del hecho de que nadie está calificado para ordenar todo este lío, y los que votan no deberían ser los que tengan que hacerlo. Si tu crees que las Grandes Ligas fueron cómplices de toda la época de los esteroides, ¿entonces por qué estás haciendo el trabajo de Bud Selig por él? ¿Por qué les haces la vida más fácil a aquellos que estuvieron a cargo y engordaron sus cuentas de banco durante esos tiempos de bonanza?

Vota por aquellos que merezcan ser inmortalizados, y piensa en este preciso momento: Selig parado en el escenario junto a Bonds y Clemens en una hermosa tarde del mes de Julio en Cooperstown, N.Y.

Ser el guardian de las puertas puede parecer ser la pelea más noble y digna, pero se ha convertido en una batalla que se pierde constantemente, una batalla que nunca termina y que no rinde sus frutos después de todo.

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